Abandonar la Guerra
¿Por qué nos extrañamos de tener líderes ególatras que nos conducen al abismo cuando participamos inconscientemente en comportamientos similares?
Abandonar la guerra es una elección personal. Desde el punto de vista colectivo, tiene que haber un número suficiente de individuos que lo asuman, lo integren y lo vivan, generando una masa crítica que abogue por el cambio cultural profundo.
Como líder, ¿te cuestionas alguna vez, hasta que punto promueves el modelo de supervivencia del más fuerte en tus equipo y hasta qué punto experimentas la realidad desde la escasez de recursos? En definitiva, ¿hasta qué punto sales a la guerra cada mañana?
Disociando la competitividad y liderazgo de la idea de violencia o imposición permitimos que el entorno sea menos intimidatorio, haya lugar para el error y, por lo tanto, asumimos que el cambio y la evolución sean algo más natural.
Además, estamos abriendo espacio a que participen nuevos perfiles con gran capacidad de trabajo, de consecución de objetivos y resultados, que no necesariamente habíamos tenido en cuenta hasta el momento, mejorando también la motivación y el ambiente. En definitiva, talento despreciado por no encajar en el antiguo modelo.
Al hacer este ejercicio, nosotros mismos nos beneficiamos al expandir nuestro concepto de lo que es ser competitivos, nuestras propias habilidades y liderazgo, nuestra creatividad, nuestra capacidad de delegar, de confiar, de recibir y, por lo tanto, de relacionarnos con nosotros mismos y los demás. Somos más libres de sufrimientos, bloqueos, cargas ajenas, e imposiciones.
“¿Por qué permaneces en la cárcel, si la puerta está abierta de par en par?”
Rumi
